¿Y tú que echas de menos en el extranjero?

Mi buen amigo Jesús Gorriti sólo lleva dos semanas en el polo. Y en sólo dos semanas ya empieza a echar cosas de menos del territorio ibérico. Son tantas cosas las que echamos de menos nosotros los expatriados. Eso sí, todo hay que decir que el tiempo te va curando las apetencias y que los antojos con los años van a menos. Sólo muy de vez en cuando te entran unas ganas irrefrenables de comerte o beberte algo que no tienes y que es prácticamente imposible de conseguir. Qué daría por una buena botellina de sidra fría, o por unos bombones del Peñalba, o por un buen patxarán tras la comida, que daría por una cañita con esa espuma que sólo ponen en Madrid, por ese bocadillo de calamares o por ese queso manchego cortado con una navaja de Albacete. Que daría por estar ahí con esa persona, en ese preciso momento y en ese preciso instante en el que no puedo estar. Las tecnologías lo están arreglando todo menos la teletransportación. Afortunadamente, el tiempo todo lo cura, así que tras unos años en la diáspora, te vas haciendo a la idea de que hay cosas que no pueden ser.

A partir de ahí y siendo consciente de que la teletransportación no existe y de que aquí no te viene a ver ni el tato, tienes que usar todos los métodos y tretas posibles para conseguir esos productos ansiados por todos, por tanto Jesús, aprovechando uno de mis viajes fugaces a España me hizo su primer encargo bajo amenaza de muerte. ¡Traeme jamón!, fueron sus ordenes. Pues eso señores, ¡dicho y hecho!, paleta ibérica para satisfacer a ese íbero que lleva dentro y ya que aquí no ponen los partidos del Atleti, le traje un cómic de la historia del club, para amenizar esas tardes sufridas de domingo en compañía del carrusel deportivo.