Sunday, September 5, 2010

Viaje al lugar más remoto del mundo, Kulusuk y Tiniteqilaaq

Semana para el recuerdo. Vaya viaje tan increible. Mi experiencia en Groenlandia ha sido inolvidable y extrema. Acompañado por 11 colegas de la empresa en la que trabajo, Fjord, llegamos a Kulusuk el domingo de la semana pasada. La bajada en avión es espectacular. El aeropuerto está flanqueado por montañas y sobre el mar flotan icebergs gigantescos escupidos por los glaciares de las montañas.


Al aeropuerto de Kulusuk no llegan carreteras, solamente una pista forestal. Caminamos unos 15 minutos desde el aeropuerto y un par de barcos nos esperan a la orilla para transportarnos a Tiniteqilaaq, un pueblo de unos 150 habitantes.

Tras tres horas y media de viaje desembarcamos y lo primero que nos encontramos es un borracho que iba de alcohol hasta las cejas. Climas extremos comportamientos extremos. Esta es nuestra última parada antes de abandonar la civilización, si es que Tiniteqilaaq se puede considerar civilizado. El paisaje es sencillamente espectacular. Llama la atención lo azules que pueden llegar a ser algunos icebergs.


Abandonamos Tiniteqilaaq y tras otras dos horas navegando, flanqueando y chocando contra icebergs nos desembarcan.


Agarramos las mochilas y caminamos una hora hasta lo que será nuestro campamento base. Roope, el guía, saca un mapa y nos indica donde estamos. Los valles, las colladas y las montañas no tienen nombre.


La noche se hace dura, el frío te llega a los huesos. y es dificil entrar en calor. Los viejos trucos de tomar un chupito o alguna bebida caliente, funcionan sólo momentaneamente a estas temperaturas.

Al día siguiente madrugamos y sin levantar el campamento, subimos uno de los picos de los alrededores. Las vistas son increibles. Fiordos llenos de icebergs, infinidad de montañas, lagos, rios, al fondo se aprecia el inmenso casco polar que cubre Groenlandia con más de 2 Km de profundidad de hielo.

El segundo día echamos las mochilas y las tiendas al hombro y cruzamos uno de los valles de extremo a extremo, bordeando un inmenso lago y posteriormente cruzando un gran rio. El agua es heladora.


Tras 5 horas de caminata llegamos a un gran fiordo plagado de icebergs. El paisaje te hace estar en silencio.

Allí esperamos a un grupo esquimales que nos deberían llevar a otro sitio en barco donde iniciaremos nuestras sesiones de canoa.


Parece haber imprevistos por la cantidad de hielo. Los esquimales llegan cinco horas después de los previsto. Rondaban las doce de la noche cuando llegaron. Ya habíamos acampado. Nos anuncian que viene una gran tormenta y que hay que salir de inmediato de vuelta a Tiniteqilaaq. Salir de donde estamos en barco y con tormenta es casi imposible. Lo vivido difícil describir. Entramos en uno de los barcos donde duermen dos niños de uno y tres años . El frío es helador y se hace isoportable a ratos por el viento. Nos guía una gran linterna que va alumbrando el camino en el mar. Los esquimales van abriendose paso con el barco chocando y rechocando contra los distintos icebergs. Tras dos horas de marcha, segundo imprevisto. El acelerador del barco se rompe. El primer barco nos tiene que remolcar. Nuestro patrón empieza a conducir el barco con las cuerdas que nos remolcan y amortigua los impactos de los icebergs a ratos con sus piernas. Tras 8 horas de viaje llegamos a Tiniteqilaaq, alguno de los miembros de la expedición tiene hipotermia. Hacemos una parada para desayunar. Tras dos horas más de viaje llegamos sanos y salvos a Kulusuk.


Compañera de viaje